La leyenda de la vainilla narra el origen de este aromático y delicioso cultivo. Además, te dará una idea de por qué se consideraba sagrada.
La “Xanath” (“flor recóndita” en totonaco) como era conocida la vainilla en la antigua cultura Totonaca. En el pasada se consideró un alimento codiciado por los mesoamericanos y usado como moneda de cambio.
A continuación, te platicamos a detalle una de las leyendas de los totonacas más enigmáticas que envuelve a esta codiciada vaina:
Leyenda de la Vainilla
Se dice que durante el reinado del rey Teniztli (el tercero de una dinastía de gobernantes totonacas), una de sus esposas dio a luz a una niña con una hermosura incomparable. Debido a su impactante belleza se le llamó “Tzacopontziza” que en su lengua significaba “Lucero del Alba”, quien terminaría dando vida a la leyenda de la vainilla.
Según se cuenta, su padre (el rey) celoso por la belleza de su hija no deseaba que ningún hombre se le acercará, lo que generó que fuera consagrada (junto con otras 12 niñas) al templo de la diosa Tonacayohua, el cual, se encontraba en la sierra alta de lo que hoy conocemos como Papantla.
Su tarea era rendirle tributo a Tonacayohua todos los días para que la diosa les brindará abundantes cosechas a todos los habitantes del pueblo.
Todo iba bien, hasta que un día los animales de tributo escasearon, por lo cual, Tzacopontziza tuvo que salir a buscar otros al bosque. Su travesía en el exterior llamó la atención de un joven llamado Zkatan, un príncipe que al ver la incomparable y embriagante belleza de la niña decidió llevarla con él, a pesar de que sabía que esa acción lo sentenciaría a la pena de muerte si era descubierto.
Así que el joven la tomó y huyó con ella a las montañas donde se encontró con un espectral monstruo que, al verlos, les empezó a lanzar fuego haciéndolos retroceder a una zona donde los sacerdotes del templo ya los estaban esperando.
Sin mediar palabra estos degollaron al joven Zkatan de inmediato. Posteriormente, hicieron lo mismo con la pequeña. La ofensa al pueblo totonaca fue tal que sus cuerpos se llevaron al adoratorio del templo donde se les extrajeron los corazones para posteriormente, desecharse en una barraca.
El tiempo pasó y en el lugar donde cayó la sangre y los corazones de los jóvenes, comenzó a secarse la hierba. Cuando ya no había ninguna planta, un hermoso arbusto nació, el cual, rápidamente aumentó su tamaño casi de manera milagrosa.
Este peculiar arbusto empezó a tomar la forma de un joven que sostenía en su pecho a su mujer. Al poco tiempo de esto, la peculiar planta también se llenó de hermosas flores que llamaban la atención del pueblo por su belleza.
Después, las flores se convirtieron en largas y delgadas vainas, que atraían a las multitudes por su delicioso aroma. Debido a esto y a los sucesos anteriores, los sacerdotes totonacos decidieron declarar que esta planta era un regalo de los dioses.
Desde ese día, la vainilla fue considerada sagrada por los pueblos prehispánicos.
Hasta aquí una de las leyendas totonacas cortas más especial y espectacular, esperamos que te haya gustado.
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